Títulos recomendados

Otras recomendaciones

Recomendado por:

Isabel Moreno Ferrero (Dpto. de Filología Clásica e Indoeuropeo)

 

 

 

Francisco Javier Fernández Nieto (coord.)

HISTORIA ANTIGUA DE GRECIA Y ROMA

Valencia: Tirant lo Blanch, 2005

 

Signatura: L/Cl 938 FER his

 

 

 

Siempre es agradable el reencuentro, aunque sea a través de un libro como intermediario, con un veterano profesor que, dando clase en esta casa nuestra del Palacio de Anaya, nos enseñó, entre otras cosas, a valorar la utilidad que las revistas y otros recursos bibliográficos, que en su Biblioteca se guardan, tenían y tienen -ahora muy mejorados y ampliados-, para nuestro aprendizaje e investigación. Me permito, pues, como pequeño pero afectuoso homenaje, presentar ante la comunidad universitaria salmantina, especialmente la de las letras, este libro, fruto de su trabajo en la Universidad de Valencia, desde la que ha coordinado un manual dirigido a los estudiantes, sobre todo de los primeros cursos. Yo sólo voy a referirme a la segunda parte, la Historia de Roma, que es la que está más próxima a mi especialidad y, sobre todo, a mi interés de cara a su utilidad para los alumnos.

El propósito del volumen es ofrecer un sucinto marco informativo sobre el proceso histórico de Grecia y Roma, desde el Neolítico hasta la destitución de Rómulo Augústulo, el nacimiento de nuevas naciones en los límites del Imperio (francos/Galia, ostrogodos/Italia, y Toledo en España) y la renovatio imperii romanorum de Justiniano. Tratar de resumir, inteligible y útilmente, y en 'sólo' 648 páginas todo el cúmulo de avatares que el mundo mediterráneo ha sufrido desde la cultura minoica hasta los momentos finales del Imperio Romano, es una ardua labor. En ello radica, sin duda, el mayor éxito del trabajo y sus mayores limitaciones, si no carencias. No es nada sencillo compendiar en pocas características generales procesos complejos, enrevesadas situaciones políticas o distintas fases de una larga transformación; tampoco determinar cuál es la selección más adecuada de datos dentro de algunas de ellas: las guerras imperialistas de Roma, o las civiles, o las de defensa de los límites atacados por todas sus líneas en los últimos siglos del Imperio; ni elegir qué circunstancias definen una situación -caso de la confrontación entre las dos tendencias aristocráticas en la segunda etapa de la República (pp. 366-367 y 385-387)-; ni ofrecer unas cuantas referencias sobre el cambio de estructuras político-militares del Imperio que inicia Septimio Severo, continúan Diocleciano y Constantino, y acaba Teodosio I -"Hacia el triunfo definitivo del cristianismo" (pp. 599-602)-, que definitivamente dividió el mundo romano en dos, separando legislativamente lo que ya había comenzado a estar desunido de facto siglos atrás.

En una obra con tales premisas es imposible no echar de menos algo, o mucho, de lo que nos gustaría encontrar; y, sin embargo, lo que hay es muy meritorio. Hay una buena panorámica del mundo sociopolítico, con referencias a las estructuras de gobierno (republicanas, imperiales y tardoimperiales; información ésta que resulta extraordinariamente útil para los alumnos que apenas han oído hablar del colonalato, los scrinia, el Edicto de Precios de Diocleciano y otras medidas fiscales, o los órganos de la constitución bizantina), aunque se echen de menos -¡cómo no!- otras notas sobre el cultural, o el militar, y algunas referencias político-sociales -el principado de Augusto es demasiado complejo para resumirlo sin ciertas precisiones adicionales (por ejemplo, el cargo de Praefectus Urbi, p. 463, aunque la forma correcta sería Vrbi, no fue "creado" por Augusto, sino "recreado", teniendo en cuenta que como Tácito refiere, Anales 6,10, ya existió en la época monárquica; y sería determinante saber que el reinado de Adriano se vió condicionado de entrada por la temprana ejecución de cuatro ex-cónsules: C. Palma, L. Quieto, A. Nigrino y P. Celso)-. Pero cualquier desideratum, por más legítimo y necesario que nos parezca, no invalida la utilidad del rápido bosquejo que el texto ofrece. El alumno puede tener con este ejemplar una base de la que partir para su estudio y alcanzar una idea -muy clara en sus líneas principales- de cómo evolucionó el mundo en los casi mil quinientos años que abarca.

Cierto que, siguiendo con los desiderata, se podrían añadir elementos que acrecentarían su valor y utilidad. El propio coordinador, de pulso firme en su tarea de marcar líneas y unificar criterios -aunque se le hayan escapado algunos giros incorrectos: no es poner "de realce" (p. 483), sino "de relieve", y no "sobre valuado" sino "sobrevalorado", y no "interferencia" (p. 516) sino "inferencia", etc.-, es consciente de ello; y él mismo apunta soluciones que deseamos que se apliquen pronto, porque sí es cierto que falta un buen elenco de textos que permitan al alumno acudir directamente a las fuentes; hay un apartado de "material de apoyo", pero no incluye, en general, referencias concretas a los pasajes ni hay ninguno (lógicamente, según sus presupuestos) en las lenguas clásicas originales. Un especialista tan notable como es Fernández Nieto conoce muy bien el valor de ese material. Ciertamente, los filólogos lo echamos en falta porque es sustancial para la formación de los buenos estudiantes, y sería una ayuda perfecta para entender mejor el resumen teórico que lo integra. Y no acrecentaría tanto el número de páginas como para que la editorial pusiera excesivos reparos...

En el mismo sentido cabría pedir una cierta ampliación en la gama bibliográfica. Se ha seguido un criterio muy claro de selección -y ello es siempre encomiable-: obras buenas, conocidas, pero en castellano. Gran virtud, y gran inconveniente. Muy útil, por supuesto, para los destinatarios; pero muy limitado, sobre todo si se busca ampliar los horizontes de los nuevos discípulos aumentando o fomentando su conocimiento de idiomas. Hay muy buenos (y no muy especializados, ni amplios) textos en lengua inglesa o francesa que podrían aparecer en la relación. Y, por supuesto, hay otros en castellano, o en traducción castellana (caso del extraordinario de P. Heather, La caída del Imperio Romano = The fall of the Roman Empire), que también habrían podido añadirse y son algo más recientes, en lugar de algunos de los clásicos recogidos. Además, tal vez fuera conveniente suprimir las referencias ya citadas (caso del de Le Gall-LeGlay, pp. 498 y 537 o Nicolet, pp. 371 y 421). También, por supuesto, evitar la cita detallada en cada capítulo, teniendo en cuenta que están en el índice general, en beneficio de un hueco que podría dar cabida a otros títulos más -hay algunos clásicos que se echan de menos, como el fundamental de Walbank (La pavorosa revolución: la decadencia del Imperio Romano en Occidente) y el sintético de Wells (El Imperio Romano); o los importantes dos volúmenes de la Historia universal de Mann y Heuss (Roma: el mundo romano), cuyos capítulos llevan firmas tan señeras como las del propio Heuss, Bleicken, Hoffmann, Pflaum, Schneider, Seston y Rubin-. Pero todo eso, que podría mejorarse, sigue entrando en el apartado de los desiderata porque nadie es perfecto, todos tenemos nuestras debilidades bibliográficas y no todo puede estar.

Fundamental, en cualquier caso, sería, como sugeríamos, poder añadir el mayor número posible de textos originales, aunque tuvieran la traducción al lado. Así el estudio tendría el inestimable valor de la fuente, y el volumen serviría también para que pudieran hacerse esos comentarios de texto históricos tan necesarios en nuestra formación universitaria. En tal sentido, sería deseable que la editorial aceptara la sugerencia de separar los contenidos, ofreciendo dos volúmenes independientes (Historia de Grecia / Historia de Roma); eso permitiría aportar un mayor nivel de información en cada caso y, sobre todo, añadir esa documentación crítica, a la que podría sumarse un breve repertorio de obras generales de consulta; lo que a un alumno en sus primeros años le falta siempre. Algunas páginas más en cada tema permitirían completar las cuestiones tratadas, evitando algunas de las preguntas que surgen cuando, sin conocer bien el trasfondo de lo que se está estudiando, se concluye algo de cuya génesis no se ha dado detallada cuenta; y unas cuantas fechas más ayudarían a definir mejor el marco general de ciertos acontecimientos.

Cierto que todos conocemos obras de enjundia, amplias y eruditas, que informan de casi todo lo divino y lo humano, y que resultan inútiles por su propia farragosidad, como el propio coordinador aduce; pero una obra sintética, bien hecha, clara y panorámica, que podría ser más completa si se le da opción, sería un regalo para la docencia (es fundamental poder recomendar una obra de estudio básica que sea digna y coherente, de amplios horizontes, pero con una información abarcable, mínima y bien resumida), y la discencia (los estudiantes tienen menos páginas que memorizar). Ojalá en la próxima edición, añadidas alguna de estas peticiones, podamos alabar aún más este (logrado, dentro de sus límites) "manual".

 

Isabel Moreno Ferrero (Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo)

 

Otras recomendaciones